Esclavos del franquismo en el Pirineo by Fernando Mendiola & Edurne Beaumont

Esclavos del franquismo en el Pirineo by Fernando Mendiola & Edurne Beaumont

autor:Fernando Mendiola & Edurne Beaumont [Mendiola, Fernando & Beaumont, Edurne]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 2006-06-01T00:00:00+00:00


En fin, todo un fracaso, en palabras del propio director del curso, ya que de las 350 plazas ofertadas no pudieron cubrir más que 90, y eso con unos planteamientos muy generosos, siendo evidente que en este momento no existe una capacidad de atracción profesional por parte del ejército, con el consiguiente resultado de falta de oficiales cualificados para dirigir estos batallones. Aparentemente, esta situación contrasta con la descripción que desde la historiografía se ha hecho del ejército franquista como un ejército con una desproporcionada cantidad de oficiales, resultado de la dinámica de la guerra y de la incorporación de miles de alféreces provisionales durante ésta, oficiales que debían su posición más a fidelidades ideológicas, al proceder de las milicias carlistas y falangistas, que a su capacitación técnica. Además, esta abundancia de oficiales se mantuvo durante toda la dictadura como resultado de presiones corporativas y políticas por parte del estamento militar, presiones que tenían que ver más con los propios intereses profesionales de los militares y con las funciones políticas del ejército que con criterios técnicos[257]. Sin embargo, a pesar de que esta política se mantuvo durante toda la dictadura, un análisis de los datos de ingreso en las Academias Militares nos muestra que en la inmediata posguerra existen problemas de captación de nuevos oficiales, no sólo en los batallones de trabajos forzados, sino en todo el ejército. En los años anteriores a 1946 entran en la Academia del Ejército de Tierra menos oficiales de las plazas ofertadas, una situación que prácticamente no se repite desde ese año hasta el final de la dictadura y que ha sido objeto de diferentes interpretaciones[258].

Lo que sí es evidente es que una vez finalizada la guerra existe una amplia posibilidad de empleo en el ejército y en la administración, y que en ese contexto los batallones de trabajos forzados no son de ningún modo un lugar apetecible para los oficiales victoriosos, cuya principal preocupación en 1940 es la de su promoción profesional en el ejército o la administración civil de posguerra. Esta situación, que requiere nuevas investigaciones, queda perfectamente recogida en la novela autobiográfica del prisionero Antonio Martínez, Pasos sin huella, en cuyo anteúltimo capítulo describe las preocupaciones de estos militares, que continuamente pedían ayuda a los prisioneros de la oficina. Solicitaban información sobre posibilidad de acceso a otros cuerpos militares, policiales o de prisiones y también les agobiaban con continuas peticiones de copias de impresos y reglamentos, haciendo ver que su destino en un Batallón de Trabajadores era un problema añadido, sobre todo si éste estaba situado en Sallent de Gallego, en los Pirineos oscenses:

Ellos hubieran preferido que el Batallón estuviera en Madrid o en alguna capital de provincia, o por lo menos en algún pueblo importante, porque donde estaban no se enteraban de nada y otros conseguirían ascensos o colocaciones muy buenas (…). Nuestro trabajo resultaba molesto y desagradable. Teníamos que colaborar con las aves de rapiña recelosas de no poder participar del botín de guerra, y claro está, la culpa era nuestra.



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